domingo, 13 de noviembre de 2011

Sin capitulo final

Todo empezó como en las caricaturas, primer día de clases tropecé contigo en la formación y caíste, apenado te tendí la mano para levantarte tu solo me miraste y sonreíste! fue el viaje mas rápido que puedo haber dado hacia la galaxia y su infinito, me perdí en el espacio observando tu rostro de diosa. Me tomo unos segundos volver al presente y aun sonrojado te pedí disculpas, tu solo dijiste: descuida no ha pasado nada!. Y sembraste un beso en mi mejilla. A partir de ahí sentí haber descubierto el mundo y sus mil maravillas.

Así se inicio esta historia, así empezó esta novela con sus altos y bajos como cualquier amor de escuela. Íbamos y veníamos sin prestarle atención al mundo, hacíamos y desasíamos sin importar lo que comentara la gente, el mundo era de nosotros dos y se nos quedaba pequeño. así poco a poco fueron pasando los años y junto a ellos este amor que no conocía de fronteras, que cada día que pasaba era más sólido, más firme y más tenaz, que no conoció el miedo ni las limitaciones, que superaba barreras y tropiezos con solo gritar al viento la fuerza que generaban nuestra dos almas juntas, atadas como dos lazos aun futuro que ya avistaban en el horizonte y que ya lo podían palpar con sus manos.

Como olvidar aquel corazón que dibuje con tempera en la última hoja de tu cuaderno de matemáticas y dentro del reposaba la fecha de nuestro primer beso, aquel que nos dimos bajo el árbol de cedro del colegio una tarde lluviosa de abril, gracias a la ausencia del profesor a la clase de latín. Y aquella noche cuando al oído te susurre que una de las más grandes maravillas que jamás vi fue cuando dios decidió colocar dos pedacitos del cielo en tus ojos. Tampoco podre olvidar aquella vez cuando aun siendo niños me diste el "si" y como cualquier joven inexperto me volví loco y quise desgastar mi boca dándote besitos en tus mejillas de caramelo.

Hoy hilos de plata adornan tu cabeza al igual que la mía se asemeja  a una mota de algodón gigante. Incontable las lagrimas que corren por mi mejilla buscando consuelo y esto debido a los tantos años de recuerdos que mi mente hoy a recorrido. Pero aquí sigo a tu lado como el primer día, sentado a tu costado viejita amada mía, viéndote luchar con el tiempo en esa cama  por unos cuantos días mas de vida. Cualquiera que sea el resultado que obtengas sabré que allá donde dios te tiene un lugar guardado estarás esperándome con la misma sonrisa de niña traviesa con la que me cautivaste en mi inolvidable infancia, con aquellos labios de carmesí  con los que hiciste que siempre te dijera que sí; se que ahí estarás esperándome sentada a que dios nos vuelva a juntar porque simplemente amor como el de nosotros dos ni aquí ni en ningún otro mundo jamás tendrá un capítulo final.

Escrita: 01/05/11

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